miércoles, 15 de diciembre de 2010

OTRA PROMESA CUMPLIDA

Los Hechos
Capítulo 02
2:17  Y en los postreros días, dice Dios, 
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Hemos hablado de la promesa cumplida por Jesús cuando estuvo en la tierra llevando nuestras enfermedades y dolencias, cumpliendo así, lo que dijo el profeta Isaías. Ahora, vamos a hablar de otra promesa cumplida, pero esta vez Jesús ya no está en la tierra. Él les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que viniera la promesa del Padre. El capítulo 2 de los Hechos nos habla de cómo ellos fueron llenos del Espíritu Santo y la gente pensaba que estaban ebrios. Entonces Pedro se levanta y les dice que no están ebrios, sino que lo que están observando es lo que dijo el profeta Joel:
Joel 2:28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 

Pedro confirma que lo que Joel había dicho hace muchos años, se estaba cumpliendo. Dios mismo derramó (repartió, distribuyó) su espíritu en nosotros. Dios mismo nos ha escogido como el templo donde él quiere vivir para siempre, Dios dijo: Nunca los dejaré, ni desampararé, y Jesús dijo: Estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. ¿Cómo es que eso se produce? Se produce a través del Espíritu de Dios que está en nosotros, el Espíritu Santo de Dios que viene a morar en todo aquel que le cree y hace a Jesús el Señor de su vida. NUNCA significa exactamente eso NUNCA y TODOS significa TODOS. Dios nunca nos dejará y estará con nosotros todos los días, esa promesa que fue dada cientos de años antes, es ahora una realidad y está al alcance de todo aquel que cree. Lo maravilloso de esto radica en que antes del sacrificio de Jesús, el Espíritu de Dios solo venía solamente sobre el rey, el profeta o el sacerdote, pero los demás tenían que consultar con ellos si querían saber algo o para pedir la guía de Dios, y si querían adorar a Dios o pedir perdón por sus pecados, tenían que hacer holocaustos o ir al templo, no había otro lugar donde se podía hacer. Ahora nosotros somos el templo de Dios, donde nosotros vamos, él va con nosotros, el nos puede guiar directamente y nos puede enseñar o hacer entender su palabra. Si podemos entender esto nuestra vida cambiaría radicalmente, no es una broma, no es una película, Dios mismo vive en nosotros si le creemos y proclamamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Por eso, la Biblia dice que si él es por nosotros, quién contra nosotros. Si viene alguien y nos dice que no podemos hacer alguna cosa, Dios que vive en nosotros, nos dice que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, si alguien nos dice que estamos solos y nadie nos podrá ayudar, Dios que vive en nosotros nos dice, No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Si Dios está de nuestro lado, ¿Por qué tener temor? No existe NADA imposible para Dios, y el está en nosotros. Solamente hay algo que puede vencer a Dios, y eso es nuestra voluntad. Dios nos dio libre albedrío, eso quiere decir, libertad para decidir, elegir, escoger, y si nosotros decidimos dudar, Dios no puede actuar, si nosotros decidimos tirar la toalla, Dios no puede actuar, si nosotros decidimos no creer, Dios no puede actuar. Si decidimos creerle a la enfermedad, Dios no puede actuar, Si decidimos que la enfermedad es incurable, Dios no puede actuar.
Esta es una promesa maravillosa y que NUNCA debemos olvidar, si le hemos creído a Dios y hemos proclamado a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Dios mismo vive en nosotros y estará con nosotros SIEMPRE. Esa sola declaración debería darnos el valor y la fe para enfrentar cualquier situación. Cualquiera que sea nuestra situación, Dios está con nosotros, y si la situación no cambia, persevera, porque Dios no cambia y él no miente. Lo que pasa muchas veces es que oramos o estamos creyendo por algo y como no vemos resultados, nos rendimos o tiramos la toalla o pensamos que nada sucederá. Dios dice que el reino de los cielos es como una semilla que el agricultor pone en la tierra, él no ve si está creciendo o no, pero la sigue regando y abonando hasta que la semilla brota y crece y da mucho fruto. Aunque parezca que nada pasa, aunque nuestros ojos no vean cambios, si nos mantenemos confiados, creyendo en la promesa de Dios, de que él está con nosotros y que siempre nos ayudará, veremos el fruto en nuestras vidas.

Esta promesa está disponible para TODOS. Los que hemos recibido el espíritu Santo en nuestras vidas al proclamar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, debemos concentrarnos más en esa realidad y vivir como lo que somos: El templo del Dios viviente. Y aquellos que aún no lo han recibido, solamente tienen que tomar una decisión. Si esta es tu decisión, si quieres entregarle tu vida a Jesús y proclamarlo como tu Señor, para que Dios venga a vivir contigo para siempre, haz esta oración de todo tu corazón:

Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

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