Mateo
Capítulo 08
8:14 Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.
8:15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.
8:16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
8:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
8:15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.
8:16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
8:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.
Ayer vimos la autoridad que tiene Jesús sobre los espíritus malos o demonios. Vimos que Él los derrotó en la cruz y les quitó toda autoridad sobre nosotros. ¿Por qué es tan importante hablar acerca de esto? Algunos pueden haber pensado al leer acerca de la suegra de Pedro, que tenía alguna referencia con el tema de los espíritus malos, pero no es así. Dios muestra de tal manera su amor que sana hasta a las suegras…ja ja ja… NOOOOO , es solo una bromita, simplemente que estamos siguiendo el capítulo 8 de Mateo donde encontramos estos dos acontecimientos, y también hablaremos acerca del toque de Jesús para sanar a las personas en cualquier momento.
La importancia de saber que tenemos la misma autoridad que tenía Jesús sobre los espíritus de enfermedad es porque la mayor cantidad de enfermedades en la actualidad inician en nuestra mente a través de ideas, pensamientos o presiones que comienzan a causar daño a nuestros cuerpos. Muchas de las enfermedades ahora tienen la calificación de “emotivas”: Diabetes emotiva, asma emotiva, hipertensión, gastritis, depresión, etc. Todas estas enfermedades en la mayoría de casos empiezan con un problema mental, una idea que nos preocupa o nos da temor, una pérdida de un ser querido y no sabemos cómo entenderlo o el no tener nuestras ideas claras en nuestra mente. Otras enfermedades pueden producirse también por una idea que se opone totalmente a la Palabra de Dios y a lo que Dios dice acerca de nosotros: La anorexia, la bulimia y otros trastornos alimenticios se producen porque nuestra mente nos dice que estamos muy gordos, que no nos vemos bien, que la gente no nos ve bien así o que se van a burlar de nosotros, etc. Diferentes ideas que contradicen a lo que Dios nos dice en su palabra: QUE DEBEMOS AMARNOS A NOSOTROS MISMOS TAL COMO SOMOS PRIMERO PARA PODER AMAR A LOS DEMÁS.
Y así, podríamos citar muchas otras enfermedades que los médicos no tienen una explicación física de por qué se producen y muchas veces se dan con la sorpresa que se inició en la mente de la persona. Es por eso, que hablamos sobre este tema, porque tenemos que saber quiénes somos en Cristo Jesús y que tenemos a través del sacrificio que Él hizo por nosotros. Si no sabemos que Dios nos ama tal como somos, si no sabemos que somos sus hijos, sus herederos y coherederos juntamente con Cristo y que tenemos una posición superior sobre cualquier problema, es difícil enfrentar los problemas de la vida diaria y el enemigo aprovecha ese desconocimiento para poner miedo o temor en nuestra mente y al no poder resolver las cosas, esas preocupaciones que no queremos compartir con nadie por miedo o vergüenza, se van a reflejar en nuestro cuerpo a través de diferentes enfermedades, ya sean emocionales o físicas. Hay personas que no están enfermas, pero pueden presentar síntomas exactos a los que una persona tiene cuando está enferma. Otras presentan cambios de carácter o de actitud y otros pueden presentar síntomas muchos más severos e incluso llegar a la locura.
Bueno, dejemos ahora de hablar tanto de las enfermedades que se pueden presentar y hablemos de lo que más nos importa: LA SOLUCIÓN. Hablamos ayer de esto, debemos atacar cada MENTIRA del diablo con la VERDAD de la Palabra de Dios. En otras palabras si el enemigo nos dice que estamos solos o que estamos gordos o que nadie nos podrá ayudar, etc. Sea cualquiera de estas cosas que sabemos que no vienen de Dios, sino de estos espíritus de enfermedad que quieren destruirnos, nosotros debemos hablarles lo que Dios dice sobre nosotros y ponernos de acuerdo con Dios para rechazar esos pensamientos. Lo vuelvo a repetir: NUNCA DEBEMOS QUEDARNOS CALLADOS O ACEPTAR ESOS PENSAMIENTOS. Ese es el peor error que podemos cometer, Jesús cuando fue tentado por el enemigo le habló LA PALABRA. No necesitamos pelear, ni maldecir, ni renegar, solo necesitamos hablar LA PALABRA DE DIOS. La Palabra de Dios tiene poder y al hablarla le estamos diciendo al enemigo: NO TE CREO.
Para hacer esto, vamos a tener que regresar nuevamente a nuestra base, lo que hemos hablado desde el principio: LA IMPORTANCIA DEL CONOCIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS (Leer la Biblia). Si sabemos quiénes somos y lo que tenemos, vamos a poder enfrentar esos pensamientos. Si desconocemos lo que Dios dice acerca de nosotros, vamos a creer estos pensamientos del enemigo y aceptar lo que pone en nuestras mente, y como hemos visto ayer, el solamente es HOMICIDA y MENTIROSO. El solamente quiere destruirnos y si le damos la oportunidad, lo hará. La Biblia dice que no le debemos dar ningún lugar o espacio al enemigo, que él anda como un león rugiente buscando a quién devorar. Pero también dice que debemos resistir en la fe, no es resistir a ver qué pasa, sino resistir confiando en Dios, en su palabra. Y también dice que debemos echar TODA nuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de nosotros.
Cualquier cosa que nos pase o cualquier idea que venga a nuestra mente y está en contra de lo que Dios dice acerca de nosotros no tiene mayor poder en nuestras vidas que el que nosotros les damos. Si creemos en las mentiras del enemigo seremos destruidos, pero si le creemos a la verdad de Dios vamos a rechazar las mentiras del enemigo y viviremos en la PAZ que Dios quiere que vivamos. Si DECIDIMOS preocuparnos, nos preocuparemos. Pero, si tomamos la DECISIÓN de echar nuestras cargas en Jesús y confiamos en Él, no nos vamos a preocupar. No digo que el problema se resolverá al instante, lo que digo es que en medio del problema tendremos PAZ para recibir la sabiduría de Dios hasta solucionarlo. Si DECIDIMOS tener temor, tendremos miedo y eso atrae todo lo malo. El temor es una “FE CONTRARIA”, atrae todo lo que no queremos, atrae todo a lo que le tenemos miedo. Pero, si DECIDIMOS no tener miedo y creer en lo que Dios dice, que Él no nos ha dado espíritu de temor, sino de amor, poder y dominio propio, que Él es nuestro escudo y fortaleza, que es nuestro pronto auxilio, que Él nos sostiene, etc. vamos a rechazar el temor y vamos a recibir aquello que estamos confiando recibir de Dios.
Algo que nos puede ayudar muchísimo para entender esto y que los animo a hacer, es leer Los Salmos de David. Muchos de estos Salmos fueron escritos por David cuando estaba siendo perseguido por Saúl para matarlo. Y podemos leer que David siempre decía: Dios es mi fortaleza, Dios es mi escudo, Dios es mi paz, Dios es mi justicia, Dios es mi pastor y nada me faltará, Dios es mi gloria, Dios es el que levanta mi cabeza. Y podemos leer muchas veces que él dice: Porque Dios es bueno y para siempre es su misericordia. No importa la situación, no importa lo que él hubiera hecho, nunca se olvidó de esto y eso fue lo que SIEMPRE lo llevó adelante.
Un verso que me ayudó mucho y que repetía constantemente en esos días que no podía dormir era:
En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. Salmos 4:8
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. Salmos 4:8
Para tener esa paz, la paz de Dios que sobrepasa todo conocimiento, debemos tener a aquel que nos puede dar esa paz. Jesús es el único que puede darnos esa paz para vivir sin miedo y sin temor y recibir todas las bendiciones de Dios. Para tener a Jesús en tu vida solo necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén
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