miércoles, 24 de noviembre de 2010

PERDIENDO EL MIEDO AL PECADO

San Juan
Capítulo 09
9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 
9:4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 
9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.


En estos primeros días hemos visto algunas cosas que nos pueden impedir recibir la bendición de Dios para nuestros cuerpos, como por ejemplo: Las palabras negativas que hablamos, la falta de perdón, la falta de conocimiento de Dios y de su palabra y la falta de oración o no saber cómo orar. Pero, también hemos visto que lo contrario nos va a mantener listos, preparados para recibir las bendiciones de Dios para nuestro cuerpo: Hablar correctamente, es decir hablar lo que Dios dice acerca de nosotros, perdonar y recibir el perdón de Dios, leer Su palabra (La Biblia) y orar o hablar con Dios diariamente y aprender a hacerlo correctamente conforme a su voluntad.
Hoy hablaremos de un tema muy complejo pero trataremos de hacerlo muy sencillo para poder entenderlo bien. Este tema es delicado porque ataca con más fuerza a los cristianos o a las personas que tienen mucho respeto por las cosas de Dios. Hay mucha controversia acerca de este tema y como vemos en este pasaje del apóstol Juan, hasta los discípulos tenían el pensamiento equivocado que las enfermedades eran producto del pecado. En la actualidad muchas iglesias y muchos cristianos piensan lo mismo, y es verdad que algunas enfermedades pueden ser causadas por el pecado, pero no siempre es así y además, para Dios el pecado no es un impedimento para sanar a las personas. Muchos pensarán ¿Qué estoy hablando?, pero sigan leyendo y se darán cuenta de lo que estoy hablando.
En el pasaje de Juan vemos a un hombre ciego de nacimiento y los discípulos le preguntaron quién pecó él o sus padres para que haya nacido ciego. Gracias a Dios Jesús les aclaró ese tema y también lo hizo para nosotros. Jesús les dijo que nadie había pecado, en otras palabras lo que estaba diciendo es: El pecado no es la causa de su ceguera sino que esa ceguera es la oportunidad adecuada para mostrar las obras de Dios o sus bendiciones. Quiere decir que si estamos pasando por un problema de salud o una enfermedad desde nuestro nacimiento es para que Dios muestre sus obras, para que manifieste su poder, no porque hemos pecado o Dios nos mandó esa enfermedad.  Entonces, ¿El pecado no le importa a Dios? ¿Podemos seguir pecando? No es lo que estamos diciendo. Lo que decimos es que si tenemos confianza en Dios (FE) eso es lo que nos salva, El justo por su Fe vivirá.
El pecado y la enfermedad son dos cosas distintas con las cuáles Dios trató en la cruz del calvario al enviar a Su único hijo a morir por nosotros. Su sangre pagó el precio por nuestros pecados y su cuerpo fue molido por nuestras enfermedades y dolencias. El pecado es el causante de casi todo lo malo que nos pasa incluyendo algunas enfermedades, pero algunas personas pueden enfermar por otras circunstancias: Descuido, falta de alimentación, depresión, etc.
Ahora ¿Qué hacemos con el pecado? ¿Podrá Dios sanarnos si hemos pecado? Ayer vimos en Santiago que La oración de Fe salvará al enfermo, pero si seguimos leyendo en Santiago 5:15 dice: Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. SI!!!!, leemos bien, no dice y si pecó no tiene derecho a nada, si pecó tiene que morir, si pecó debe sufrir, si pecó que no me pida nada porque no se lo merece. Pero muchas veces eso es lo que pensamos, que si hemos pecado será muy difícil que Dios quiera ayudarnos. Casi Siempre pensamos en lo malo o negativo y olvidamos lo positivo de Dios, Recuerdo que cuando era niño siempre me decían Dios te va a castigar, pero nunca recuerdo que me hayan dicho Dios te va a bendecir o ayudar si haces esto, mis padres no conocían la palabra de Dios y siempre se hablaba de un Dios castigador. Eso nos sigue pasando a veces y no borramos de nuestra mente esa imagen de un Dios esperando castigarnos cuando hacemos algo malo, incluso siendo cristianos pensamos lo mismo y nos olvidamos de algo importantísimo: LA GRACIA DE DIOS.
Romanos capítulo 5 en el verso 20 dice:Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.”
La gracia de Dios es un regalo que no merecemos, pero que a Dios en su soberanía le dio la gana de darnos, y lo digo así con ese énfasis porque hay mucha gente que no puede entender la bondad de Dios y piensa que debería ser más difícil, que no puede ser que Dios nos perdone tan fácil. ¿Fácil? Fácil para nosotros ahora porque solamente tenemos que pedirle perdón a Dios y Él nos perdona, pero Él tuvo que entregar a su único hijo a sufrir humillaciones, maltratos, y hasta morir en una cruz para obtener esa GRACIA (El favor de Dios) que ahora tenemos. Esa gracia es la que nos dice que si pecamos,   tenemos a Jesús como nuestro abogado delante de Dios intercediendo por nosotros. Quiere decir que cada vez que el pecado quiere decirnos: Otra vez le fallaste a Dios, Jesús le dice: Padre perdónalos porque yo morí en la cruz por ellos. No se trata de lo que nosotros podemos hacer, sino de lo que JESÚS YA HIZO.
Entonces, ¿Seguimos pecando porque estamos bajo la gracia de Dios?, Romanos 6 en los versos 1 y 2 nos dice: ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Fíjate bien lo que dice, HEMOS MUERTO AL PECADO. Y en el verso 11 lo repite: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Todos los que tenemos a Jesús en nuestras vidas hemos muerto al pecado por lo que Jesús hizo en la cruz. Él venció al pecado por nosotros porque solos no podíamos y ahora el pecado no tiene ningún poder sobre nuestra vida, solo el que nosotros le damos. Si creemos que el pecado puede más que nosotros, ese es el poder que le damos, pero el verso 14 dice: Porque el PECADO no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Eso quiere decir que el pecado no puede gobernarnos porque no tenemos que cumplir toda la ley (nadie puede cumplirla), sino que estamos bajo la gracia de Dios porque Jesús ya la cumplió por nosotros, y si pecamos, hay dos cosa que tenemos que hacer con el pecado: La primera es que debemos pedirle perdón a Dios y la segunda es que debemos arrepentirnos de ese pecado.
Les voy a contar algo más, pedir perdón y arrepentirse son dos cosas diferentes: Pedir perdón es pedirle a Dios que nos perdone por lo que hemos hecho y arrepentirse es nuestra decisión de no volverlo a hacer, puede que nos vuelva a suceder pero nuestra decisión de cambiar nos llevará a que tarde o temprano dejemos ese pecado y no lo volvamos a hacer. Ahora, una vez que le pedimos perdón a Dios estamos limpios como si nunca hubiéramos hecho nada y libres para recibir las bendiciones de Dios.
Por el contrario, es muy difícil que una persona que está practicando el pecado y no se arrepiente, esto quiere decir, que  no quiere cambiar y lo está haciendo todo el tiempo como si fuera un deporte sin tener en consideración a Dios, pueda recibir algo de Él. Primero, porque no lo está buscando, ni espera nada de Dios y segundo porque estas personas piensan que no lo merecen y que está bien que Dios no les de nada. Lo toman como una penitencia o un castigo por lo que están haciendo y no entienden que lo único que necesitan es pedir perdón y arrepentirse (tomar la decisión de dejar de hacerlo perseverando hasta conseguirlo). El único pecado que Dios no puede perdonar es el pecado por el cual no le hemos pedido perdón. Así que, pidámosle  perdón y cambiemos nuestra actitud y el pecado perderá su poder sobre nosotros.
Jesús se llevó nuestros pecados y nuestras enfermedades en la cruz y no tenemos porque seguir luchando contra ellos, solamente debemos recibir lo que Dios nos ha dado. Si queremos recibir las bendiciones de Dios solo tenemos que tomar una decisión: Proclamar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario