domingo, 21 de noviembre de 2010

LA LIBERTAD DEL PERDON

San Marcos 11:19-26

11:19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
11:21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
11:22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 
11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
11:24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 
11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 
11:26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.


Ayer meditamos acerca de hablar palabras de vida y no de muerte, de bendición y no de maldición y dejar de decir que estamos enfermos para decir lo que Dios dice acerca de nosotros, es decir; que Dios es nuestro sanador y que por las llagas de Jesús fuimos nosotros curados. Pero que sucede si no tenemos ese problema, estamos confiando plenamente en Dios y siempre hablamos palabras de bendición sobre nuestra vida, pero las circunstancias no cambian y nuestra salud sigue empeorando. Entonces, puede ser que haya otro problema en nuestra vida que no permite que Dios pueda obrar en nuestra vida y recibamos la respuesta a nuestras oraciones por nuestra salud. Meditaremos nuevamente en este pasaje, pero esta vez nos vamos a enfocar en los versículos 25 y 26. Así es, hablaremos de EL PERDON.
Muchas veces hemos orado: Señor perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, pero realmente lo hacemos. Pensemos por un momento y seamos sinceros con nosotros mismos, ¿cuántas veces hemos perdonado realmente a la persona que nos hizo algo? o simplemente lo hemos dejado pasar y esa herida sigue en nuestro corazón o hemos dicho te perdono pero nunca me voy a olvidar de lo que me hiciste o primero muerto antes que perdonarlo. 
Porque si nos damos cuenta en este pasaje Dios no nos dice que la persona que nos hizo algo debe venir a pedirnos perdón y  debemos ser tan buenos y perdonarlo, NOOOOO, eso tenemos que hacerlo y tal vez puede ser más fácil, pero Dios va más allá y nos dice que si vamos a orar y TENEMOS algo contra alguien, debemos PERDONARLO. No dice si la persona tiene algo contra nosotros o nos hizo algo, dice si nosotros tenemos algo contra esa persona, debemos perdonarlo. Muchas veces vamos a sufrir daño por parte de otras personas, Tal vez un familiar muy cercano o un amigo que queremos mucho nos ha hecho algo que para nosotros es muy difícil perdonar y ni siquiera nos han pedido perdón. Es de esa circunstancia que Dios te está hablando, Que duro verdad, perdonar a una persona que nos hizo un daño terrible y lo peor que ni siquiera le importa. Ahí es donde Dios nos dice PERDONA, ¿Por qué Dios quiere que hagamos eso? Lo hace porque Él es un Dios personal y nos habla a cada uno lo que quiere que hagamos, sin importar lo que haga el otro. Es decir, que Dios nos dice a cada uno de nosotros: No importa lo que la otra persona haga, ustedes hagan lo correcto. Si la persona nos pide perdón o no, debemos hacer lo correcto, y Dios no lo hace porque no le importamos, todo lo contrario, lo hace porque Él sabe que si no perdonamos, si tenemos odio o rencor en nuestro corazón contra alguien es muy difícil que podamos recibir respuesta a nuestras oraciones. El Perdón nos pone en la posición correcta para recibir las bendiciones de Dios, pero la falta de perdón, el odio o el rencor nos impiden recibirlas.
Ahora, tenemos que entender que hay dos sentidos con respecto al perdón. El primero que hemos visto es que tenemos que aprender a perdonar ya sea que nos pidan perdón o no y el segundo es que tenemos que aprender a recibir el perdón de Dios cuando nosotros le hacemos algún daño a alguien o desobedecemos a Dios. En este caso, se refiere a que debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, muchas veces le pedimos perdón a Dios o a otras personas por algo que hicimos pero creemos o sentimos que Dios no nos ha perdonado o que lo que hemos hecho es tan malo que no nos perdonará o que no merecemos el perdón de Dios. Igual que en el primer caso esta situación también puede impedir que recibamos las respuestas a nuestras oraciones, porque si creemos que no nos merecemos el perdón o que Dios no nos quiere perdonar, creeremos también que no nos merecemos sanar o que Dios no nos quiere sanar por lo que hicimos. Si Dios nos pide que perdonemos para ser perdonados por Él, es porque es verdad, Él lo va a hacer y no tenemos porque dudarlo. Si aprendemos a perdonar sin esperar que nos pidan perdón, aprenderemos a pedir perdón y recibirlo. Si no perdonamos a los demás, tampoco nos perdonaremos a nosotros. Al instante que le pedimos perdón a Dios, Él nos perdona y nunca más se acuerda de lo que hicimos. Para Dios es como si nunca lo hubiéramos hecho. Este punto es muy importante si queremos perdonar o estar seguros de que fuimos perdonados: DEBEMOS OLVIDAR. No existe el perdón sin olvido. Muchas personas siguen peleando por lo mismo o sufriendo por lo mismo porque no tomaron la decisión de olvidar. Debemos perdonar de la misma manera que Dios lo hace. Dios no tiene memoria de nuestros pecados, no los pone en la bandeja de reciclaje para recuperarlos y recordarnos lo que hicimos todos los días. Dios perdona y se olvida de nuestros pecados y nunca vuelve atrás para recordarlos. Debemos aprender a perdonar a los demás y a perdonarnos a nosotros mismos para vivir en libertad. 
En ambos casos, ya sea que perdonemos por lo que nos hicieron o recibamos el perdón por lo que hicimos, lo que Dios quiere para nosotros y para las personas que nos hicieron daño, es que podamos vivir en LIBERTAD. El perdón nos libera y libera a la persona que hemos perdonado. Libera nuestro corazón de odio, amargura o resentimiento y libera de la culpa a la persona que nos hizo daño. Después de perdonar todos estamos libres para recibir las bendiciones de Dios y las respuestas a nuestras oraciones.
No es fácil perdonar, pero cuando tienes dentro de ti a alguien que te puede ayudar a hacerlo te resulta mas sencillo, y quién puede ayudarnos más, sino aquel que cuando estaba siendo crucificado dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen."
Por eso, si tu no estás seguro de tener a Jesús en tu vida necesitas tomar una decisión personal para dejar que el reine en tu vida y tome el control de ella.


Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario