lunes, 29 de noviembre de 2010

NUESTRO CAMPO DE BATALLA: NUESTRA MENTE

12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

En este verso dice que no debemos conformarnos a este siglo o a este mundo. Conformarse significa adaptarse, acomodarse, ajustarse o adecuarse. Entonces, este verso lo que nos quiere decir es que no debemos adecuarnos o ajustarnos a este mundo, es decir, que no debemos adecuarnos a la forma de pensar de todo el mundo. La gente normalmente tiene patrones de conducta o tradiciones que le fueron enseñadas de generación en generación y actúan de acuerdo a esos pensamientos sólo porque se los enseñaron sus padres o alguien de mucha confianza, pero nunca se pusieron a pensar si esas enseñanzas eran correctas o no. Por ejemplo: Si alguien se enferma te dicen que es la voluntad de Dios y él sabe porque lo hace, si muere un niño te dicen que Dios se lo quiso llevar para el coro celestial, si se les enseña algo que no está de acuerdo a lo que les enseñaron, aunque pueda ser bueno te dicen que no pueden traicionar la tradición de sus padres, etc.
¿Y qué pasa si lo que nos enseñaron nuestros padres no era correcto, si no hubo alguien que les enseñara estas cosas a ellos o no tuvieron la oportunidad de escuchar algo parecido? No los estoy criticando, pero lo que digo es que muchos de nuestros padres nos enseñaron lo que ellos escucharon o lo que a ellos les enseñaron, pero, ¿Eran realmente cosas correctas?
Si sus enseñanzas no fueron correctas, lo que pasaría sería simplemente que seguiríamos viviendo de la misma forma que ellos y tal vez perdiendo muchas bendiciones de Dios por no conocerlas, por no aceptarlas cuando alguien nos habla o  cuando escuchamos cosas nuevas o que no están de acuerdo a lo que  pensamos.
No estoy tratando de decir que lo que yo digo es lo correcto, sino que lo que Dios dice es lo correcto. Por eso, si seguimos leyendo el verso, nos dice: Sino transfórmate por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Primero nos dice que no debemos adecuarnos o ajustarnos a la forma de pensar de todo el mundo y después nos dice transfórmate renovando tu mente. Dios nos dice en pocas palabras: Cambia tu forma de pensar. Ahora, ¿Cómo podemos saber que lo que pensamos acerca de nuestro problema es correcto o no? Muy fácil, si lo que pensamos no está de acuerdo con lo que Dios dice, no es correcto. La Palabra de Dios debe ser nuestro filtro por donde pasamos todo lo que escuchamos o leemos. Dios dice: Examina todo, pero guarda solo lo bueno. (1 Tesalonicenses 5:21)
Cuando una persona quiere hacer un postre, muchas veces va a leer en la receta que debe cernir la harina. Esto quiere decir, que tiene que tomar un colador y pasar toda la harina a través del colador para que solamente pase lo bueno y lo correcto que se necesita para la preparación y lo que no sirve o no es útil se queda en el colador. Esta es la ilustración correcta para lo que estamos hablando. Nuestro colador es La Palabra de Dios y la harina es todo lo que escuchamos o leemos a diario o las enseñanzas que recibimos en el pasado y aún están en nuestras mentes. Lo que debemos hacer, es pasar todo cuanto entra a nuestras mentes a través de La Palabra de Dios y lo que pase o concuerde con su palabra, retenerlo; y lo que no pase o no concuerde con lo que Dios dice, desecharlo.
No importa quién lo haya dicho, sino pasa por nuestro colador, no debemos creerlo ni aceptarlo en nuestras mentes.
La importancia de esto radica en que todos nosotros funcionamos de la misma manera:
Pensamos – Decimos – Creemos y Actuamos.
Si pensamos que Dios nos envió la enfermedad, lo decimos, lo creemos y finalmente actuamos como si eso fuera verdad. Es decir, que no hacemos nada esperando que Él nos sane, porque pensamos que si Él la mandó, Él debe quitarla sin que nosotros tengamos que intervenir. Tomamos el tratamiento y nos sentamos a esperar si algo sucede, muchas veces renegando de nuestra situación. Pero si sabemos que Él es nuestro sanador y que se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz, pensaremos de esa manera, lo hablaremos constantemente hasta creerlo y finalmente actuaremos tal como Dios lo dice: COMO SANOS.
Algo que nos va a ayudar siempre es pensar: ¿Qué haría yo en este momento si estuviera sano(a)? Luego, si Dios dice que estamos sanos, ¿Por qué no lo hago? Eso nos va a ayudar a pensar lo correcto, hablarlo, creerlo y hacerlo. Recuerden que nunca debemos arriesgar nuestra vida ni poner en riesgo nuestra integridad. Pero, al hacer algo que no podíamos hacer, vamos a fortalecer nuestra Fe y vamos a decirle a Dios que creemos en lo qué Él dice: QUE SOMOS SANOS POR LA OBRA DE JESUCRISTO EN LA CRUZ.
Debemos intentar hacer primero las pequeñas cosas y día a día ir avanzando para hacer un poquito más, hasta que nuestro cuerpo actuará como lo que es: SANO.
Debemos recordar que todo lo que hablamos en estos días, son cosas que siempre van de la mano, no porque hagamos una cosa, vamos a tener resultados inmediatos, Dios no es como esa sopa instantánea que nos salva del apuro, que le ponemos un poquito de agua y ya está lista. Si no hemos actuado de esta manera, es algo que nos va a tomar tiempo, pero Dios honra nuestra Fe y nuestra decisión de actuar en su palabra y nos va a cuidar en todo este proceso para llegar al final que dice en este verso: Vamos a comprobar su buena voluntad, agradable y perfecta.
El cuidado de nuestra mente es tan importante porque es ahí donde ganamos o perdemos la batalla, es la mente la que te da ánimo o te desanima, la que te da fuerza o te debilita, la que te ayuda a confiar o la que te pone dudas. Pero, Gracias a Dios que podemos renovar nuestras mentes con su Palabra y no dejar que nada negativo o que vaya en contra de su palabra se quede en nuestras mentes.
Los que hemos hecho a Cristo el Señor de nuestra vida, estamos seguros que tenemos la mente de Cristo y podemos actuar de la manera que Dios quiere. Si tú quieres tenerla también solo necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

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