domingo, 28 de noviembre de 2010

DIOS SIEMPRE QUIERE SANARNOS

Mateo
Capítulo 08
8:1 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.
8:2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
8:3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

Vamos a empezar a revisar el nuevo testamento paso a paso y a meditar en los milagros de Jesús. La mayor cantidad de milagros que hizo Jesús tuvieron que ver con sanar a los enfermos y cada milagro que Él hizo con respecto a las enfermedades, tiene algo que enseñarnos.
Hoy veremos este pasaje donde un leproso se acercó a Él y le dijo: SI QUIERES puedes limpiarme o sanarme.
Lo que podemos observar en primer lugar es que este hombre tenía una enfermedad incurable para la época, nadie sabía cómo ayudar a estas personas y normalmente eran aisladas o separadas de sus familias en un lugar lejos de la ciudad donde todos tenían la misma enfermedad y solamente esperaban la muerte. Podemos imaginar cómo se sentían estas personas al ser tratadas de una manera tan cruel, humilladas, despreciadas y sin esperanza. Pero esta persona había escuchado hablar a Jesús y al igual que los demás quedó admirado de su doctrina, porque les hablaba como quién tiene autoridad (Mateo 7:29). Aún así, este hombre tenía una duda, que es la misma duda que muchas personas tienen en la actualidad: ¿Querrá Dios sanarme?
El escuchó lo que Jesús dijo y se maravilló, pero por la autoestima que tenía por la forma como la gente lo miraba, lo trataba o lo que pensaban de él, dudó que Jesús pudiera dignarse a sanarlo o que fuera merecedor de esa bendición.
Muchos creen que Dios sana, pueden creer que Dios QUIERE sanar a las personas hoy, pero su duda es: ¿Querrá sanarme a mí? Y comienzan a levantar diferentes excusas: Tal vez Dios no quiere porque hice esto o aquello o Dios no quiere porque sólo sana a los que están más cerca de Él o a los que están metidos en la iglesia todos los días o piensan que no se lo merecen o que tienen que hacer algo (penitencia o sacrificio) para que Dios los sane, etc.
Lo bueno es que Jesús se encargó nuevamente de aclarar las cosas al igual que lo hizo cuando le preguntaron acerca del ciego de nacimiento, si pecó él o sus padres para nacer ciego y Él respondió que el pecado no era la causa de su enfermedad. De la misma manera se da cuenta de la forma cómo el leproso le dice un poco temeroso, en duda, que si quería, podía sanarlo. Jesús no duda ni un minuto y le responde: QUIERO.
En cada situación que enfrentamos debemos estar seguros que Dios siempre quiere ayudarnos, no debemos dudar si Él lo quiere hacer. Su palabra dice que si nosotros siendo imperfectos queremos darle lo mejor a nuestros hijos, cuánto más Él quiere darle lo mejor a sus hijos. Los únicos que pueden detener a Dios de hacer algo por nosotros, somos nosotros mismos. La Biblia dice que Jesús no pudo hacer ningún milagro en su tierra natal por la INCREDULIDAD DE LA GENTE. Quiere decir que decidieron no creerle.
Jesús nunca le negó la sanidad a nadie, siempre estuvo dispuesto para hacer algo por ellos. Podemos leer en varios pasajes que todos fueron sanados. Ahora, literalmente TODOS fueron sanados o se refiere a TODOS los que creyeron en Él. Porque en su tierra no pudo hacer muchos milagros a pesar que quería hacerlo. Entonces, no se trata de si Dios quiere, sino se trata de si nosotros creemos que Él quiere. Para el que cree todas las cosas son posibles, quiere decir, que para el que no cree nada es posible.
Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos, Él no cambia, Él no miente. Jesús quiso sanar a este hombre, quiere sanar ahora y siempre querrá sanar. No podemos dejar que nada nos haga dudar de esto. Dios siempre quiere, la pregunta es: ¿Podemos Creer que Él quiere sanarnos? Si creemos, nos acercaremos a Él confiadamente, sin dudas, sin temor, sin miedo, SABIENDO que ÉL QUIERE SANARNOS.
Jesús nos da la seguridad de que Él quiere sanarnos, si tú no estás seguro de esto tal vez es porque aún no tienes a Jesús en tu vida, no lo has dejado entrar en tu corazón para que el reine en ti. Si este es tu caso y tu quieres entregarle tu vida a Jesús, solamente necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

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