sábado, 20 de noviembre de 2010

LA IMPORTANCIA DE NUESTRAS PALABRAS

San Marcos 11: 19-26

11:19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
11:21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
11:22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 
11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
11:24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 
11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 
11:26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.



En este pasaje tenemos muchas cosas que podemos aprender y las vamos a compartir día a día en este blog, pero hoy vamos a ver la importancia de nuestras palabras.
Si queremos enfrentar cualquier enfermedad, lo primero que debemos hacer es cuidar nuestras palabras; por ejemplo: Mi enfermedad, mi migraña, estas pastillas no sirven para nada, estoy fregado, no me voy a sanar, etc. son solo algunas frases que la gente suele utilizar y tú debes conocer otras más.
Jesús dijo: Si dices algo y lo crees en tu corazón realmente sin dudar, eso se hará realidad. Estoy diciéndolo a mi manera pero es lo mismo y quiere decir que si hablas lo bueno o lo malo y lo crees sin dudar, ocurrirá. Te das cuenta ahora porque mucha gente muere joven o hay tantos enfermos en el mundo o el tratamiento que están siguiendo para sanarse no funciona, porque lo están diciendo y lo creen sin dudar: CREEN QUE NO SE SANARAN Y LO DICEN SIN DUDAR.
Hay poder en nuestras palabras, la vida y la muerte están en el poder de nuestra lengua. La Palabra de Dios lo dice y nosotros debemos decidir que queremos decir, si has tomado la decisión de vivir tienes que hablar palabras de vida y no de muerte, de bendición y no de maldición, de salud y no de enfermedad. Al comienzo es difícil y yo lo entiendo. Cuando nos dicen lo que tenemos, el tratamiento que necesitamos llevar, el tiempo que va a demorar, los síntomas que tendremos, es muy difícil ser positivos y hablar palabras de vida, pero tenemos que detenernos, cerrar la boca, dejar de hablar palabras negativas y tomar la decisión de creerle a Dios y ponernos de acuerdo con Él y su palabra para hablar solamente palabras de vida y no de muerte.
Algo que debemos recordar es que decir lo que Dios dice no es mentir, sino ponerse de acuerdo con lo que Dios dice acerca de nosotros. Dios llama las cosas que no son como si fuesen y nosotros debemos ponernos de acuerdo con Él y hacer lo mismo. Muchas personas me han dicho como voy a decir que estoy sano si yo sé que estoy enfermo, pues es muy fácil; Quien dice que estamos enfermos? El médico? ok. Pero Dios dice que por las llagas de Jesucristo hemos sido curados. Nuestra decisión es a quien le vamos a creer. De acuerdo a quien le creemos más es de acuerdo a como hablaremos. Si le creemos más al médico hablaremos todo el tiempo de la enfermedad, de lo grave que es, de todas las personas que se han muerto con ella, de lo difícil del tratamiento, etc. pero si le creemos más a Dios hablaremos todo el tiempo lo que Él dice: Que es nuestro sanador, que Jesús se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz, que por su llaga fuimos curados, que Él no miente, que Él es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. Dejemos de decir que estamos enfermos y comencemos a decir que por las llagas de Jesús hemos sido curados y que Él se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz.
Debemos decidir a quién le vamos a creer y que palabras vamos a hablar, no se trata de mentir, se trata de aceptar lo que Dios dice y desechar lo que Él no dice. Por ejemplo: La enfermedad no es de Dios pero el tratamiento si es de Dios. La enfermedad quiere matarnos, el tratamiento quiere darnos vida. No debemos aceptar la enfermedad, debemos aceptar el tratamiento. Como es esto; la enfermedad es un enemigo que está atacando nuestro cuerpo y quiere destruirlo, nunca debemos aceptarla, ni tratarla como si fuera parte de nuestra vida, Debemos rechazar la enfermedad y tratarla como lo que es: UN ENEMIGO.
Pero el tratamiento quiere ayudar a nuestro cuerpo para que fortalezca sus defensas y pueda combatir a la enfermedad. Debemos recordar que ningún medicamento nos sana, sino que ayuda a nuestro sistema inmunológico para que cree las defensas necesarias y combata la enfermedad. Ningún tratamiento puede hacer nada en nuestro cuerpo sin nuestra ayuda. Así que tenemos que aceptar el tratamiento y creer que nos hará bien y hablarlo constantemente sin dudar para que se haga una realidad en nuestro cuerpo. Rechaza la enfermedad y acepta el tratamiento, muchas veces hacemos lo contrario, nos familiarizamos con la enfermedad y odiamos o detestamos el tratamiento. No hables de la enfermedad, habla del tratamiento. Habla mal de la enfermedad y habla bien del tratamiento. Por ejemplo: Esta horrible enfermedad no puede hacerme daño porque Dios es mi Padre, me ama, es mi sanador y envió a Jesús a morir en la cruz por mis enfermedades y mis dolencias. Esta enfermedad no puede matarme porque Dios está usando este buen tratamiento para fortalecer mi cuerpo. Voy a tomar estos ricos caramelos (pastillas) que son una bendición de Dios para mí.
Todo lo que creemos en nuestro corazón y lo hablamos sin dudar ocurrirá sea bueno o sea malo, pero para que todo lo que Dios dice acerca de nosotros pueda ser una realidad en nuestra vida tenemos que tener al sanador, no hay sanidad sin el sanador, nadie puede tratar de sanarse o combatir la enfermedad si no tiene al sanador. Y nadie puede tener al Padre si no tiene al hijo. Jesús es el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es a través de Él, así que si tú no estás seguro de tener a Jesús en tu corazón, antes de pedirle cualquier cosa a Dios necesitas proclamar a Jesús como tu Señor y Salvador para que Él entre en tu corazón y seas una nueva persona llena del Espíritu de Dios y Él pueda obrar en tu vida.

Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

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