martes, 30 de noviembre de 2010

COSAS PRÁCTICAS: CONTROLANDO NUESTRA MENTE

Ayer hablamos acerca de cambiar nuestra forma de pensar o renovar nuestra mente. Hoy veremos de una forma práctica como controlar nuestra mente o los pensamientos que vienen y muchas veces quieren desanimarnos o hacernos sentir mal.
En primer lugar, debemos identificar cuando un pensamiento, idea o algo que escuchamos es de Dios o no. Si ese pensamiento trata de hacernos sentir mal, quiere desanimarnos o no nos ayuda  a enfrentar la enfermedad, entonces no es de Dios y en ese mismo instante tenemos que eliminarlo de nuestra mente. Siempre que venga algo así a nuestra mente debemos enfrentarlo con una palabra que sea todo lo contrario. Por ejemplo: Si viene un pensamiento de miedo o temor,  debemos decir que Dios no nos ha dado espíritu de temor, sino de poder, amor y dominio propio; si viene un pensamiento de muerte, decir yo no moriré sino que viviré y contaré las obras de Dios, etc. nunca debemos aceptar esos pensamientos y quedarnos callados meditando en ellos porque sin darnos cuenta, estaremos tan seguros de que son una realidad para nosotros y los estaremos viviendo. El peor error que podemos cometer es quedarnos callados. Ahora no se trata solo de repetir o recitar palabras que contradigan esos pensamientos, se trata de que esas palabras debemos meditarlas todos los días para que se hagan una realidad en nuestra vida, de tal manera que cuando cualquier pensamiento negativo quiera atacarte, esas palabras que meditamos salgan como una espada para contraatacar y destruyan esos malos pensamientos.
El capítulo 4 de Lucas empieza con un ejemplo claro de esto, y es cuando Jesús es tentado por el enemigo, el cual quería destruirlo, pero cada vez que el enemigo trató de tentarlo, Jesús le respondió: ESCRITO ESTA. En otras palabras le estaba diciendo: DIOS DICE. Y esa es la misma forma en la que nosotros debemos actuar frente a cualquier pensamiento que quiera destruirnos o deprimirnos, DIOS DICE.
¿Por qué es tan importante sacar estos pensamientos negativos de nuestra mente? Porque lo que tratan de hacer es deprimirnos, y es sabido en la actualidad que la depresión baja nuestras defensas y al bajar estas, quedamos expuestos para que la enfermedad ataque con más fuerza. Recordemos que solo el tratamiento no hace efecto, debe estar acompañado de nuestra actitud correcta para ser efectivo. Dios lo dijo hace miles de años de esta manera: El corazón alegre constituye buen remedio; más el Espíritu triste seca los huesos. Proverbios 17:22
La Palabra de Dios no es religión, la religión la creó el hombre, Dios lo que nos da es una guía para toda nuestra vida y para enfrentar cualquier circunstancia que quiera atacarnos. Jesús dijo: Un MANDAMIENTO NUEVO os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros (Juan 13:34). Y en otro pasaje dice que el amor no hace daño al prójimo, así que el cumplimiento de la ley es el amor. No se trata de hacer cosas buenas o cumplir ciertos requisitos para alcanzar las bendiciones de Dios, se trata de amar a los demás, y cuando amas a los demás nunca vas a querer hacerles daño, por lo tanto no vas a trasgredir la ley de Dios. Pero lo haces por amor y no por temor. Dios es amor y nos ama tanto que ha dejado su palabra para protegernos y no para quitarnos las cosas “mas deliciosas” de la vida. Si Dios nos pide que no hagamos algunas cosas es para protegernos porque Él sabe las consecuencias que vendrán a nuestra vida si lo hacemos. Por ejemplo: Si nos dice que no robemos, es porque Él sabe que si lo hacemos en cualquier momento terminaremos en la cárcel o muertos en algún tiroteo. Dios siempre hace las cosas por amor y su palabra es la mayor muestra de amor para nosotros:
De tal manera AMÓ Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Si queremos conocer y entender su Palabra tenemos que tener en nuestra vida al autor de ella. Su Palabra dice que el que tiene al hijo tiene también al Padre, pero el que no tiene al hijo tampoco tiene al Padre. Si tú quieres tener a Jesús en tu vida solo necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

lunes, 29 de noviembre de 2010

NUESTRO CAMPO DE BATALLA: NUESTRA MENTE

12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

En este verso dice que no debemos conformarnos a este siglo o a este mundo. Conformarse significa adaptarse, acomodarse, ajustarse o adecuarse. Entonces, este verso lo que nos quiere decir es que no debemos adecuarnos o ajustarnos a este mundo, es decir, que no debemos adecuarnos a la forma de pensar de todo el mundo. La gente normalmente tiene patrones de conducta o tradiciones que le fueron enseñadas de generación en generación y actúan de acuerdo a esos pensamientos sólo porque se los enseñaron sus padres o alguien de mucha confianza, pero nunca se pusieron a pensar si esas enseñanzas eran correctas o no. Por ejemplo: Si alguien se enferma te dicen que es la voluntad de Dios y él sabe porque lo hace, si muere un niño te dicen que Dios se lo quiso llevar para el coro celestial, si se les enseña algo que no está de acuerdo a lo que les enseñaron, aunque pueda ser bueno te dicen que no pueden traicionar la tradición de sus padres, etc.
¿Y qué pasa si lo que nos enseñaron nuestros padres no era correcto, si no hubo alguien que les enseñara estas cosas a ellos o no tuvieron la oportunidad de escuchar algo parecido? No los estoy criticando, pero lo que digo es que muchos de nuestros padres nos enseñaron lo que ellos escucharon o lo que a ellos les enseñaron, pero, ¿Eran realmente cosas correctas?
Si sus enseñanzas no fueron correctas, lo que pasaría sería simplemente que seguiríamos viviendo de la misma forma que ellos y tal vez perdiendo muchas bendiciones de Dios por no conocerlas, por no aceptarlas cuando alguien nos habla o  cuando escuchamos cosas nuevas o que no están de acuerdo a lo que  pensamos.
No estoy tratando de decir que lo que yo digo es lo correcto, sino que lo que Dios dice es lo correcto. Por eso, si seguimos leyendo el verso, nos dice: Sino transfórmate por medio de la renovación de vuestro entendimiento. Primero nos dice que no debemos adecuarnos o ajustarnos a la forma de pensar de todo el mundo y después nos dice transfórmate renovando tu mente. Dios nos dice en pocas palabras: Cambia tu forma de pensar. Ahora, ¿Cómo podemos saber que lo que pensamos acerca de nuestro problema es correcto o no? Muy fácil, si lo que pensamos no está de acuerdo con lo que Dios dice, no es correcto. La Palabra de Dios debe ser nuestro filtro por donde pasamos todo lo que escuchamos o leemos. Dios dice: Examina todo, pero guarda solo lo bueno. (1 Tesalonicenses 5:21)
Cuando una persona quiere hacer un postre, muchas veces va a leer en la receta que debe cernir la harina. Esto quiere decir, que tiene que tomar un colador y pasar toda la harina a través del colador para que solamente pase lo bueno y lo correcto que se necesita para la preparación y lo que no sirve o no es útil se queda en el colador. Esta es la ilustración correcta para lo que estamos hablando. Nuestro colador es La Palabra de Dios y la harina es todo lo que escuchamos o leemos a diario o las enseñanzas que recibimos en el pasado y aún están en nuestras mentes. Lo que debemos hacer, es pasar todo cuanto entra a nuestras mentes a través de La Palabra de Dios y lo que pase o concuerde con su palabra, retenerlo; y lo que no pase o no concuerde con lo que Dios dice, desecharlo.
No importa quién lo haya dicho, sino pasa por nuestro colador, no debemos creerlo ni aceptarlo en nuestras mentes.
La importancia de esto radica en que todos nosotros funcionamos de la misma manera:
Pensamos – Decimos – Creemos y Actuamos.
Si pensamos que Dios nos envió la enfermedad, lo decimos, lo creemos y finalmente actuamos como si eso fuera verdad. Es decir, que no hacemos nada esperando que Él nos sane, porque pensamos que si Él la mandó, Él debe quitarla sin que nosotros tengamos que intervenir. Tomamos el tratamiento y nos sentamos a esperar si algo sucede, muchas veces renegando de nuestra situación. Pero si sabemos que Él es nuestro sanador y que se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz, pensaremos de esa manera, lo hablaremos constantemente hasta creerlo y finalmente actuaremos tal como Dios lo dice: COMO SANOS.
Algo que nos va a ayudar siempre es pensar: ¿Qué haría yo en este momento si estuviera sano(a)? Luego, si Dios dice que estamos sanos, ¿Por qué no lo hago? Eso nos va a ayudar a pensar lo correcto, hablarlo, creerlo y hacerlo. Recuerden que nunca debemos arriesgar nuestra vida ni poner en riesgo nuestra integridad. Pero, al hacer algo que no podíamos hacer, vamos a fortalecer nuestra Fe y vamos a decirle a Dios que creemos en lo qué Él dice: QUE SOMOS SANOS POR LA OBRA DE JESUCRISTO EN LA CRUZ.
Debemos intentar hacer primero las pequeñas cosas y día a día ir avanzando para hacer un poquito más, hasta que nuestro cuerpo actuará como lo que es: SANO.
Debemos recordar que todo lo que hablamos en estos días, son cosas que siempre van de la mano, no porque hagamos una cosa, vamos a tener resultados inmediatos, Dios no es como esa sopa instantánea que nos salva del apuro, que le ponemos un poquito de agua y ya está lista. Si no hemos actuado de esta manera, es algo que nos va a tomar tiempo, pero Dios honra nuestra Fe y nuestra decisión de actuar en su palabra y nos va a cuidar en todo este proceso para llegar al final que dice en este verso: Vamos a comprobar su buena voluntad, agradable y perfecta.
El cuidado de nuestra mente es tan importante porque es ahí donde ganamos o perdemos la batalla, es la mente la que te da ánimo o te desanima, la que te da fuerza o te debilita, la que te ayuda a confiar o la que te pone dudas. Pero, Gracias a Dios que podemos renovar nuestras mentes con su Palabra y no dejar que nada negativo o que vaya en contra de su palabra se quede en nuestras mentes.
Los que hemos hecho a Cristo el Señor de nuestra vida, estamos seguros que tenemos la mente de Cristo y podemos actuar de la manera que Dios quiere. Si tú quieres tenerla también solo necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

domingo, 28 de noviembre de 2010

DIOS SIEMPRE QUIERE SANARNOS

Mateo
Capítulo 08
8:1 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.
8:2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
8:3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

Vamos a empezar a revisar el nuevo testamento paso a paso y a meditar en los milagros de Jesús. La mayor cantidad de milagros que hizo Jesús tuvieron que ver con sanar a los enfermos y cada milagro que Él hizo con respecto a las enfermedades, tiene algo que enseñarnos.
Hoy veremos este pasaje donde un leproso se acercó a Él y le dijo: SI QUIERES puedes limpiarme o sanarme.
Lo que podemos observar en primer lugar es que este hombre tenía una enfermedad incurable para la época, nadie sabía cómo ayudar a estas personas y normalmente eran aisladas o separadas de sus familias en un lugar lejos de la ciudad donde todos tenían la misma enfermedad y solamente esperaban la muerte. Podemos imaginar cómo se sentían estas personas al ser tratadas de una manera tan cruel, humilladas, despreciadas y sin esperanza. Pero esta persona había escuchado hablar a Jesús y al igual que los demás quedó admirado de su doctrina, porque les hablaba como quién tiene autoridad (Mateo 7:29). Aún así, este hombre tenía una duda, que es la misma duda que muchas personas tienen en la actualidad: ¿Querrá Dios sanarme?
El escuchó lo que Jesús dijo y se maravilló, pero por la autoestima que tenía por la forma como la gente lo miraba, lo trataba o lo que pensaban de él, dudó que Jesús pudiera dignarse a sanarlo o que fuera merecedor de esa bendición.
Muchos creen que Dios sana, pueden creer que Dios QUIERE sanar a las personas hoy, pero su duda es: ¿Querrá sanarme a mí? Y comienzan a levantar diferentes excusas: Tal vez Dios no quiere porque hice esto o aquello o Dios no quiere porque sólo sana a los que están más cerca de Él o a los que están metidos en la iglesia todos los días o piensan que no se lo merecen o que tienen que hacer algo (penitencia o sacrificio) para que Dios los sane, etc.
Lo bueno es que Jesús se encargó nuevamente de aclarar las cosas al igual que lo hizo cuando le preguntaron acerca del ciego de nacimiento, si pecó él o sus padres para nacer ciego y Él respondió que el pecado no era la causa de su enfermedad. De la misma manera se da cuenta de la forma cómo el leproso le dice un poco temeroso, en duda, que si quería, podía sanarlo. Jesús no duda ni un minuto y le responde: QUIERO.
En cada situación que enfrentamos debemos estar seguros que Dios siempre quiere ayudarnos, no debemos dudar si Él lo quiere hacer. Su palabra dice que si nosotros siendo imperfectos queremos darle lo mejor a nuestros hijos, cuánto más Él quiere darle lo mejor a sus hijos. Los únicos que pueden detener a Dios de hacer algo por nosotros, somos nosotros mismos. La Biblia dice que Jesús no pudo hacer ningún milagro en su tierra natal por la INCREDULIDAD DE LA GENTE. Quiere decir que decidieron no creerle.
Jesús nunca le negó la sanidad a nadie, siempre estuvo dispuesto para hacer algo por ellos. Podemos leer en varios pasajes que todos fueron sanados. Ahora, literalmente TODOS fueron sanados o se refiere a TODOS los que creyeron en Él. Porque en su tierra no pudo hacer muchos milagros a pesar que quería hacerlo. Entonces, no se trata de si Dios quiere, sino se trata de si nosotros creemos que Él quiere. Para el que cree todas las cosas son posibles, quiere decir, que para el que no cree nada es posible.
Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos, Él no cambia, Él no miente. Jesús quiso sanar a este hombre, quiere sanar ahora y siempre querrá sanar. No podemos dejar que nada nos haga dudar de esto. Dios siempre quiere, la pregunta es: ¿Podemos Creer que Él quiere sanarnos? Si creemos, nos acercaremos a Él confiadamente, sin dudas, sin temor, sin miedo, SABIENDO que ÉL QUIERE SANARNOS.
Jesús nos da la seguridad de que Él quiere sanarnos, si tú no estás seguro de esto tal vez es porque aún no tienes a Jesús en tu vida, no lo has dejado entrar en tu corazón para que el reine en ti. Si este es tu caso y tu quieres entregarle tu vida a Jesús, solamente necesitas tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿QUÉ DICE DIOS ACERCA DE LA ENFERMEDAD? II PARTE

Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. San Mateo 8:2-3
Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. San Mateo 8:17
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanado toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. San Mateo 9:35
Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
San Mateo 15:30-31

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. San Marcos 9:23

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá. San Marcos11:24
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Marcos 16: 17-18
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. San Lucas 4:18-19
Señor, no te molestes, pues no soy digno que entres bajo mi techo...pero di la palabra, y mi siervo será sano...Al oír esto, Jesús se maravilló, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni en Israel he hallado tanta fe.Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. San Lucas 7:6-10             
He aquí os doy potestad de hollar (pisar) serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. San Lucas 10:19
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. San Juan 10:10
De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Pare sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. San Juan 14:12-14
Más Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó... y saltando, se puso en pie y anduvo, y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Hechos 3:6-8
Como Dios ungió con el Espíritu santo y con poder a Jesús de Nazaret, y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hechos 10:38
Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza...Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto… Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. Romanos 4:16-21
 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hechos por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Gálatas 3:13-14
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5:14-16
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1 Pedro 2:24 
Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2

Ayer vimos algunos versículos del antiguo testamento, algunos tal vez los hayan escuchado, pero otros no y pueden ser de gran ayuda para nosotros, no tenemos que memorizar todos, pero si podemos leerlos y aunque no parezca, cuando pasamos por circunstancias difíciles los recordaremos y vendrán a nuestra memoria y serán de gran ayuda. Además de todos estos versículos que no solo hablan acerca de la enfermedad, sino de aquello que nos puede ayudar en medio de ella como la Fe o la fidelidad de Dios, siempre vamos a encontrar uno que va a ser nuestro caballo de batalla, uno que se queda en nuestra mente o que habla de algo que justo estamos atravesando o que nos levanta para seguir adelante, eso es lo único que necesitamos, una palabra que sea de Dios solo para nosotros, que la tomamos como si Dios mismo nos la estuviera diciendo en privado a nosotros y la meditamos una y otra vez hasta que se haga una realidad en nuestra vida.
Si queremos que Dios hable a nuestro corazón necesitamos tener una relación personal con Él. La Biblia dice que el único intermediario entre Dios y los hombres es Jesucristo. Si quieres tenerlo contigo solo necesitas tomar una decisión.
 Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

viernes, 26 de noviembre de 2010

¿QUÉ DICE DIOS ACERCA DE LA ENFERMEDAD?


Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviare a ti; porque yo soy Jehová tu sanador. Éxodo 15:26
Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y el bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitare toda enfermedad de en medio de ti. Éxodo 23:25
Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren. Deuteronomio 7:15
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14
Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios... Salmos 16:4
Jehová Dios mío, A ti clamé, y me sanaste. Salmos 30:2
Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte. Salmos 68:20
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Salmos 91:9-10
Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación. Salmos 91:16
Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias. Salmos 103:3
Los sacó con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo. Salmos 105:37
Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra y los sanó, Y los libró de su ruina. Salmos 107:19-20
El hace habitar en familia a la estéril, Que se goza de ser madre de hijos.         Salmos 113:9
No moriré, sino que viviré, Y contaré las obras de Jehová. Salmos 118:17
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones; No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. Proverbios 4:20-22
El corazón alegre constituye buen remedio; Más el Espíritu triste seca los huesos. Proverbios 17:22
El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Más ¿Quién soportará el ánimo angustiado? Proverbios 18:114
No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more ella le será perdonada la iniquidad. Isaías 33:24
Ciertamente llevó el nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos pos azotado, por herido de Dios y abatido. Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:4-5
Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Isaías 58:11
Más yo haré venir para ti sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda. Jeremías 30:17
He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? Jeremías 32:27
He aquí que yo les traeré sanidad y medicina, y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6
Estas son algunas cosas que Dios dice en el antiguo testamento acerca de la enfermedad y mañana veremos algunos pasajes del nuevo testamento, pero,  siempre veremos que ÉL es EL SANADOR y no el que produce la enfermedad. Si la enfermedad fuera producida por Dios nunca nos sanaríamos porque estaríamos peleando contra Dios. Mientras estemos en esta tierra las enfermedades y muchas otras cosas tratarán de atacarnos, debemos cuidarnos y estar siempre en el lado correcto, es decir, en el REINO DE JESÚS. La Biblia dice que Dios nos ha trasladado del reino de las tinieblas al reino de su amado hijo. Eso no quiere decir que nunca nos pasará nada, sino quiere decir que aunque cualquier cosa nos ataque, Dios siempre estará de nuestro lado, y si Dios está con nosotros, ¿Quién podrá estar en contra de nosotros?
Si queremos estar en el REINO correcto necesitamos tener al REY. Si queremos tener SANIDAD necesitamos tener al SANADOR. La Biblia dice que el que tiene al hijo tiene al Padre y el que no tiene al hijo no tiene al Padre. Si tú quieres tenerlos en tu vida y ser una nueva persona sólo tienes que tomar una decisión.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

jueves, 25 de noviembre de 2010

COSAS PRÁCTICAS: UN MAL DIA

 En estos últimos días hemos visto algunos pasajes y versículos de la Palabra de Dios, pero como esta es una guía práctica hoy vamos a hablar de las cosas que no tienen que ver con la lectura o meditación de la palabra, sino con lo que ella produce en nosotros: Fe o confianza en Dios, disciplina, perseverancia, valor, seguridad, deseos de vivir, etc.
Es fácil seguir adelante cuando las cosas están yendo bien, pero que pasa cuando vienen los problemas, cuando tenemos algunos síntomas que no son muy agradables o vemos que el tratamiento no está dando el resultado que esperamos. Ahí es donde va a salir todo lo que tenemos dentro, lo que hemos leído, escuchado o aprendido y  que nos va a ayudar a enfrentar estos días difíciles y seguir adelante. Hablemos por ejemplo de esos fastidiosos síntomas, siempre nos dicen que vamos a tenerlos pero pensamos que no serán tan fuertes. Una amiga me dijo algo que nunca voy a olvidar y que me ayudó un montón: LOS SÍNTOMAS NO TE VAN A MATAR, PERO LA ENFERMEDAD SI. Y es verdad, los síntomas están en un momento y después se van, pero si no continúas con el tratamiento por temor a los síntomas, la enfermedad seguirá y te puede matar. Yo sé que me van a decir, pero usted no sabe lo que nos pasa. Es verdad, no sé lo que les pasa pero si tienen dolor de cabeza o estómago, falta de apetito, náuseas, diarrea, sangrado, etc. no hay ninguna diferencia, van a pasar en algún momento y el tratamiento los ayudará, pero si dejamos el tratamiento sin estar 100% seguros que estamos sanos, cometemos un error.
En este blog hablaremos de La Palabra de Dios, pero nunca dejamos de lado el tratamiento. No quiere decir que no tenemos Fe si tomamos pastillas. Debemos saber que las pastillas no nos sanan, lo que hacen es ayudar a nuestro cuerpo a fortalecer nuestro sistema inmunológico y nuestro propio cuerpo enfrenta a la enfermedad, es por eso que es tan importante nuestra actitud para que el tratamiento sea efectivo. Yo he conocido muchos casos de personas que han tenido un tratamiento muy sencillo y no han podido recuperarse o han muerto porque han tenido una actitud negativa o de miedo frente al tratamiento, y por el contrario he sabido de casos extremos donde personas han llevado un tratamiento muy difícil y tal vez el ultimo porque no había otro más fuerte para su caso y gracias a su actitud han salido adelante y ahora están vivos, casados, con hijos. Han vuelto a vivir gracias a su actitud frente al tratamiento.
Cuando estamos pasando por problemas difíciles por lo general pensamos que nuestro problema es el más difícil de todos, que no hay otro problema como el nuestro, que nadie está pasando algo parecido a lo que nos pasa. Algo que nos va a ayudar a pensar de la forma correcta acerca de nuestro problema, es saber que hay personas que están pasando por problemas más sencillos que los nuestros, pero que hay otros que están en una situación mucho más difícil que la nuestra. Por más dura que parezca nuestra situación siempre debemos saber que estamos en el medio, siempre habrá personas debajo nuestro con problemas más simples y personas encima de nosotros con problemas terribles. Cuando vas a un hospital y escuchas cada caso te das cuenta que lo tuyo muchas veces no es para tanto, que siempre hay otro que está pasando algo peor, pero nuestra mente quiere hacernos creer que lo nuestro es lo máximo, lo peor, que nadie más lo está pasando y que no podremos salir de esta situación. No quiero decir que lo nuestro no importe, pero el pensar que hay una persona que está enfrentando algo peor y lo hace con valor, nos ayuda a enfrentar nuestros problemas de una forma diferente. 
Sé que algunas personas podrán decir: ¿Y el Poder de Dios?,  creemos en el poder de Dios, pero sabemos que no todas las personas pueden creer que Dios los sanará sin tratamiento. Además, con tratamiento o sin tratamiento siempre será de Dios, porque hay personas que llevan un tratamiento y no se sanan. La Biblia dice: Conforme a tu Fe te sea hecho. Así que, si creemos que Dios nos va a sanar con un tratamiento adecuado o creemos que Dios puede hacer un milagro en nuestro cuerpo sin necesidad del tratamiento es única y exclusivamente nuestra Fe, nuestra decisión y nadie debe obligarnos a tomar esa decisión, debe ser algo personal porque no todos tenemos la misma Fe y para Dios es igual sanarte de las dos formas.
Otra cosa que nunca debemos hacer es dejar el tratamiento pensando que estamos sanos, debemos dejar el tratamiento cuando SABEMOS que estamos sanos y el médico nos da de alta a través de un examen médico. Algunas personas se sienten bien y dejan el tratamiento, después la recaída es peor porque no terminaron todo el tratamiento. Otros tienen un ataque de SUPER FE y a mitad del tratamiento quieren dejarlo sin tomarse un examen ni ir al médico y las consecuencias muchas veces son terribles. Dios dice que debemos obedecer a nuestras autoridades y someternos. Si el doctor es la autoridad en cuanto a nuestro tratamiento, él es el único que nos lo puede quitar y darnos de alta a no ser que Dios haga un milagro y nos sane completamente, pero eso debe ser confirmado por los exámenes médicos, no existe eso de que dejamos el tratamiento porque LO ESTAMOS CREYENDO EN FE Y DIOS HARA ALGO.  Eso no es Fe, debemos tener mucho cuidado. Si Dios ya hizo algo, eso se notará en nuestro cuerpo y en los exámenes médicos. Si los exámenes muestran lo contrario sigamos nuestro tratamiento hasta que Dios confirme nuestra sanidad total. Muchos separan las cosas y piensan que lo sobrenatural es de Dios, pero los médicos, hospitales, clínicas, no son de Dios.  Debemos poner toda nuestra Fe en Dios y en el tratamiento que Él nos está dando a través de los médicos. Eso también es Fe, muchos piensan que solamente es Fe cuando se produce de forma sobrenatural. No, eso es un milagro, y creemos en los milagros, pero no todos se sanan a través de un milagro de la misma forma que no todos reciben un trabajo a través de un milagro. Si estas creyendo por un mejor trabajo y Dios te lo da, No fue un milagro, pero tuviste Fe para creer en él. No tiene que ser sobrenatural, porque pensamos que nuestra sanidad tiene que ser sobrenatural, que si nuestra sanidad no es sobrenatural no fue por Fe. Recuerda: CONFORME A TU FE TE SEA HECHO.

Si quieres entregarle tu vida a Jesús para que sea el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén



miércoles, 24 de noviembre de 2010

PERDIENDO EL MIEDO AL PECADO

San Juan
Capítulo 09
9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 
9:4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 
9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.


En estos primeros días hemos visto algunas cosas que nos pueden impedir recibir la bendición de Dios para nuestros cuerpos, como por ejemplo: Las palabras negativas que hablamos, la falta de perdón, la falta de conocimiento de Dios y de su palabra y la falta de oración o no saber cómo orar. Pero, también hemos visto que lo contrario nos va a mantener listos, preparados para recibir las bendiciones de Dios para nuestro cuerpo: Hablar correctamente, es decir hablar lo que Dios dice acerca de nosotros, perdonar y recibir el perdón de Dios, leer Su palabra (La Biblia) y orar o hablar con Dios diariamente y aprender a hacerlo correctamente conforme a su voluntad.
Hoy hablaremos de un tema muy complejo pero trataremos de hacerlo muy sencillo para poder entenderlo bien. Este tema es delicado porque ataca con más fuerza a los cristianos o a las personas que tienen mucho respeto por las cosas de Dios. Hay mucha controversia acerca de este tema y como vemos en este pasaje del apóstol Juan, hasta los discípulos tenían el pensamiento equivocado que las enfermedades eran producto del pecado. En la actualidad muchas iglesias y muchos cristianos piensan lo mismo, y es verdad que algunas enfermedades pueden ser causadas por el pecado, pero no siempre es así y además, para Dios el pecado no es un impedimento para sanar a las personas. Muchos pensarán ¿Qué estoy hablando?, pero sigan leyendo y se darán cuenta de lo que estoy hablando.
En el pasaje de Juan vemos a un hombre ciego de nacimiento y los discípulos le preguntaron quién pecó él o sus padres para que haya nacido ciego. Gracias a Dios Jesús les aclaró ese tema y también lo hizo para nosotros. Jesús les dijo que nadie había pecado, en otras palabras lo que estaba diciendo es: El pecado no es la causa de su ceguera sino que esa ceguera es la oportunidad adecuada para mostrar las obras de Dios o sus bendiciones. Quiere decir que si estamos pasando por un problema de salud o una enfermedad desde nuestro nacimiento es para que Dios muestre sus obras, para que manifieste su poder, no porque hemos pecado o Dios nos mandó esa enfermedad.  Entonces, ¿El pecado no le importa a Dios? ¿Podemos seguir pecando? No es lo que estamos diciendo. Lo que decimos es que si tenemos confianza en Dios (FE) eso es lo que nos salva, El justo por su Fe vivirá.
El pecado y la enfermedad son dos cosas distintas con las cuáles Dios trató en la cruz del calvario al enviar a Su único hijo a morir por nosotros. Su sangre pagó el precio por nuestros pecados y su cuerpo fue molido por nuestras enfermedades y dolencias. El pecado es el causante de casi todo lo malo que nos pasa incluyendo algunas enfermedades, pero algunas personas pueden enfermar por otras circunstancias: Descuido, falta de alimentación, depresión, etc.
Ahora ¿Qué hacemos con el pecado? ¿Podrá Dios sanarnos si hemos pecado? Ayer vimos en Santiago que La oración de Fe salvará al enfermo, pero si seguimos leyendo en Santiago 5:15 dice: Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. SI!!!!, leemos bien, no dice y si pecó no tiene derecho a nada, si pecó tiene que morir, si pecó debe sufrir, si pecó que no me pida nada porque no se lo merece. Pero muchas veces eso es lo que pensamos, que si hemos pecado será muy difícil que Dios quiera ayudarnos. Casi Siempre pensamos en lo malo o negativo y olvidamos lo positivo de Dios, Recuerdo que cuando era niño siempre me decían Dios te va a castigar, pero nunca recuerdo que me hayan dicho Dios te va a bendecir o ayudar si haces esto, mis padres no conocían la palabra de Dios y siempre se hablaba de un Dios castigador. Eso nos sigue pasando a veces y no borramos de nuestra mente esa imagen de un Dios esperando castigarnos cuando hacemos algo malo, incluso siendo cristianos pensamos lo mismo y nos olvidamos de algo importantísimo: LA GRACIA DE DIOS.
Romanos capítulo 5 en el verso 20 dice:Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.”
La gracia de Dios es un regalo que no merecemos, pero que a Dios en su soberanía le dio la gana de darnos, y lo digo así con ese énfasis porque hay mucha gente que no puede entender la bondad de Dios y piensa que debería ser más difícil, que no puede ser que Dios nos perdone tan fácil. ¿Fácil? Fácil para nosotros ahora porque solamente tenemos que pedirle perdón a Dios y Él nos perdona, pero Él tuvo que entregar a su único hijo a sufrir humillaciones, maltratos, y hasta morir en una cruz para obtener esa GRACIA (El favor de Dios) que ahora tenemos. Esa gracia es la que nos dice que si pecamos,   tenemos a Jesús como nuestro abogado delante de Dios intercediendo por nosotros. Quiere decir que cada vez que el pecado quiere decirnos: Otra vez le fallaste a Dios, Jesús le dice: Padre perdónalos porque yo morí en la cruz por ellos. No se trata de lo que nosotros podemos hacer, sino de lo que JESÚS YA HIZO.
Entonces, ¿Seguimos pecando porque estamos bajo la gracia de Dios?, Romanos 6 en los versos 1 y 2 nos dice: ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Fíjate bien lo que dice, HEMOS MUERTO AL PECADO. Y en el verso 11 lo repite: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Todos los que tenemos a Jesús en nuestras vidas hemos muerto al pecado por lo que Jesús hizo en la cruz. Él venció al pecado por nosotros porque solos no podíamos y ahora el pecado no tiene ningún poder sobre nuestra vida, solo el que nosotros le damos. Si creemos que el pecado puede más que nosotros, ese es el poder que le damos, pero el verso 14 dice: Porque el PECADO no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Eso quiere decir que el pecado no puede gobernarnos porque no tenemos que cumplir toda la ley (nadie puede cumplirla), sino que estamos bajo la gracia de Dios porque Jesús ya la cumplió por nosotros, y si pecamos, hay dos cosa que tenemos que hacer con el pecado: La primera es que debemos pedirle perdón a Dios y la segunda es que debemos arrepentirnos de ese pecado.
Les voy a contar algo más, pedir perdón y arrepentirse son dos cosas diferentes: Pedir perdón es pedirle a Dios que nos perdone por lo que hemos hecho y arrepentirse es nuestra decisión de no volverlo a hacer, puede que nos vuelva a suceder pero nuestra decisión de cambiar nos llevará a que tarde o temprano dejemos ese pecado y no lo volvamos a hacer. Ahora, una vez que le pedimos perdón a Dios estamos limpios como si nunca hubiéramos hecho nada y libres para recibir las bendiciones de Dios.
Por el contrario, es muy difícil que una persona que está practicando el pecado y no se arrepiente, esto quiere decir, que  no quiere cambiar y lo está haciendo todo el tiempo como si fuera un deporte sin tener en consideración a Dios, pueda recibir algo de Él. Primero, porque no lo está buscando, ni espera nada de Dios y segundo porque estas personas piensan que no lo merecen y que está bien que Dios no les de nada. Lo toman como una penitencia o un castigo por lo que están haciendo y no entienden que lo único que necesitan es pedir perdón y arrepentirse (tomar la decisión de dejar de hacerlo perseverando hasta conseguirlo). El único pecado que Dios no puede perdonar es el pecado por el cual no le hemos pedido perdón. Así que, pidámosle  perdón y cambiemos nuestra actitud y el pecado perderá su poder sobre nosotros.
Jesús se llevó nuestros pecados y nuestras enfermedades en la cruz y no tenemos porque seguir luchando contra ellos, solamente debemos recibir lo que Dios nos ha dado. Si queremos recibir las bendiciones de Dios solo tenemos que tomar una decisión: Proclamar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

martes, 23 de noviembre de 2010

LA ORACION DE FE SALVARA AL ENFERMO

Santiago
Capítulo 05
5:14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
5:15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
5:16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. 
1ra. de Juan
Capítulo 05
5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
5:15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.




Ayer hablamos acerca de conocer a Dios y que una forma en la que podemos hacerlo es a través de conocer su palabra, es decir, leyendo La Biblia, la palabra de Dios. Hoy veremos otro punto que va junto al leer su palabra, y es la oración. Estos dos siempre deben ir juntos y nos van a ayudar en cualquier circunstancia de nuestra vida, incluso al estar enfrentando una enfermedad. Recordemos que la enfermedad es un enemigo y por eso debemos enfrentarla no soportarla. Si un ladrón o un asesino quieren entrar a nuestra casa no lo soportamos, lo enfrentamos. Igual tenemos que enfrentar la enfermedad.
Vamos ahora con la Oración. En primer lugar vemos en el libro del apóstol Santiago que habla de orar por los enfermos. Hay diferentes tipos de oración y eso lo veremos más adelante pero para que podamos entender les daré un ejemplo: Es diferente orar a Dios por algo que necesitamos (pedirle a Dios) que orar agradeciéndole por algo que ya nos dio (Dar gracias a Dios), porque orar en su definición más simple es: HABLAR CON DIOS. Así que, podemos hablar con Dios para pedirle algo o para agradecerle por algo que ya nos dio y podemos hablar con Dios también por otras cosas que las veremos en otros días con más detalle.
Cada oración tiene una forma diferente al momento de hacerla, pero el fundamento nunca cambiará: EL CONOCIMIENTO DE SU VOLUNTAD.
En el verso 15 del capítulo 5 de Santiago dice que la oración de Fe sanará al enfermo, ¿Qué es una oración de Fe? Vimos que orar es hablar con Dios y la forma más simple de definir Fe es Confianza en Dios. Entonces una oración de Fe es hablar con Dios acerca de la confianza que tenemos en Él. Simple verdad, parece, pero no es tan sencillo. Porque si leemos en el verso 15 de 1 de Juan dice que esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos CONFORME A SU VOLUNTAD Él nos oye. Quiere decir que si le pedimos algo que no es su voluntad no nos puede oír. Necesito entonces conocer la voluntad de Dios para hacer una oración de Fe, una oración que salvará al enfermo. En este pasaje se refiere específicamente cuando oramos por una persona que está enferma, pero, también es igual cuando oramos por nosotros mismos. Necesitamos conocer la voluntad de Dios para hacer una oración de Fe, una oración que sana al enfermo, una oración eficaz como le llama Santiago en el verso 16. Entonces, vamos a resumir: Orar es hablar con Dios, Fe es confianza en Dios, una oración de Fe es hablar con Dios acerca de la confianza que tenemos en Él y esa confianza se basa en que tenemos que pedirle conforme a su voluntad para que nos oiga. Ahora para pedir conforme a su voluntad, tenemos que conocer su palabra. Por eso les decía que la oración y el conocimiento de su palabra (Leer La Biblia) siempre tienen que ir juntos. No oramos y leemos su palabra todos los días porque sea un rito, una obligación o una tarea. Lo hacemos porque es la única forma de conocer a Dios y recibir sus bendiciones.
Ahora para que podamos entenderlo mejor veamos este ejemplo sencillo: La Biblia dice que Jesús se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz y que por su llaga fuimos nosotros curados. Si nosotros leemos o escuchamos ese versículo ya tenemos el conocimiento, la base, la promesa de Dios que Jesús ya cumplió en la cruz, es un hecho consumado en la cruz. Si nos damos cuenta dice llevó y fuimos, tiempo pasado, no lo va a hacer, YA LO HIZO. Si oramos a Dios y le decimos Padre SANAME, parece una oración correcta, pero ¿Será una oración de Fe? Veamos, nuestra base, nuestro conocimiento dice que YA LO HIZO, pero le estamos pidiendo que LO HAGA, algo aquí anda mal. ¿Estaré pidiendo conforme a su voluntad? No le podemos pedir a Dios QUE HAGA ALGO QUE EL YA HIZO. Entonces, si seguimos el verso que vimos que si pedimos conforme a su voluntad Él nos oye, si no le pedimos conforme a su voluntad no nos oye. Si le pedimos que haga algo que ya hizo, Dios no nos puede oír. No es que no quiera oírnos, no puede porque no estamos pidiendo conforme a su voluntad. Veamos uno más fácil: Si nuestro hijo nos pide algo que ya le compramos, ¿Cuál será nuestra respuesta? YA TE LO COMPRE, ¿POR QUE ME LO PIDES OTRA VEZ? Igual nos dice Dios: YA TE SANE, ¿POR QUE ME PIDES QUE LO HAGA OTRA VEZ? Ya te sané hace más de 2000 años en la cruz del calvario. Jesús no solo se llevó tus pecados, sino también tus enfermedades y dolencias en la cruz. Dios no puede responder a algo que YA HIZO.
Entonces ¿Cómo sería una oración de Fe que sanará al enfermo, una oración conforme a su voluntad, una oración eficaz que puede hacer mucho? La oración de Fe es la que declara con confianza la voluntad de Dios, la que declara con confianza su palabra, no le pide a Dios que haga algo, sino declara lo que Dios ya hizo. Ejemplo: Padre, gracias porque tu palabra dice que tú te llevaste nuestras enfermedades y dolencias en la cruz, gracias porque tu palabra dice que tu eres nuestro sanador, gracias porque tú eres quién perdona todos nuestros pecados y el que sana todas nuestras dolencias, gracias porque tú eres nuestra fortaleza, gracias porque tú eres nuestro escudo, gracias porque tú eres nuestra paz, etc. Y si oras por otras personas declaras lo que DIOS YA HIZO EN ELLAS: Señor tu llevaste sus enfermedades y dolencias en la cruz, tu eres su sanador, tu eres el mismo ayer, hoy y por los siglos, tu no cambias, tu eres bueno, etc.
Declarar es anunciar, decir, hablar. En este caso, declaramos lo que Dios YA HIZO por nosotros y como vimos en el tema de la importancia de nuestras palabras, si lo decimos creyéndolo sin dudar, se hará realidad en nuestras vidas.
Espero que les haya podido ayudar un poco este tema, he tomado un poco más de tiempo porque es muy importante:
Leer la Palabra de Dios + Oración = RESULTADOS POSITIVOS
Pero nada de esto puede ayudarnos si primero no le hemos entregado nuestra vida a Dios, si no hemos proclamado a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Si quieren hacerlo solamente necesitan tomar una decisión.

Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

lunes, 22 de noviembre de 2010

LA FALTA DE CONOCIMIENTO NOS DESTRUYE

Oseas
Capítulo 04

4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. 


El libro de Oseas está en el antiguo testamento y él escribe que el pueblo de Dios fue destruido porque le faltó conocimiento, y se refiere al conocimiento de Dios, no habla de ser una persona muy culta o tener conocimiento de la ciencia o de la tecnología actual, sino de conocer realmente a Dios, como es Dios, como obra Dios, que cosas vienen de él y cuáles no, conocer su naturaleza, que cosas puede hacer y qué cosas no puede hacer. ¿Sabían que hay cosas que Dios no puede hacer?, si!!!! No se sorprendan, Dios no puede mentir por ejemplo, no nos puede obligar a hacer algo en contra de nuestra voluntad ni tampoco puede darnos algo que no queremos recibir. Él respeta nuestras decisiones y nos ha dado libertad para elegir.
Necesitamos conocer a Dios y saber cómo actúa para aprender a recibir sus bendiciones. Un ejemplo claro con respecto a nuestro tema de las enfermedades es: ¿Cómo una persona que no sabe que Dios es su sanador, o que no sabe que Dios quiere sanarlo, o que no sabe que Dios puede sanarlo va a confiar en que Dios lo sanará? No me refiero a escuchar o leer palabras positivas o frases bonitas. Hablo de conocer la palabra de Dios que no cambia, que no miente y que tiene poder para obrar en nuestras vidas. Si leemos en su Palabra, que Él es nuestro sanador, que es nuestro Padre, que nos ama, que es bueno, que nunca cambia, que envió a su único hijo a morir en la cruz no solo por nuestros pecados sino también por nuestras enfermedades y dolencias, entonces tenemos una base, un conocimiento claro de quién es Él, de lo que ya hizo por nosotros y de lo que puede hacer por nosotros hoy. Eso nos permite tener plena confianza en que Él nos va a ayudar a salir de la situación por la que estamos pasando. Este conocimiento se da solamente cuando leemos su palabra, por eso, quiero aprovechar para motivarlos a leer la Biblia diariamente. Podemos empezar con el nuevo testamento y especialmente con los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) por el tiempo que sea más conveniente para nosotros, no hay un tiempo ni una forma determinada para hacerlo, solo pídanle a Dios que les ayude a entender lo que están leyendo. Porque si no tenemos este conocimiento solamente vamos a esperar con muy poca confianza a ver “si Dios quiere” hacer algo por nosotros o “si Dios puede” hacer algo por nosotros.
Hace mucho tiempo escuché una historia, no recuerdo si era de la vida real, pero contaba acerca de una mujer que ya estaba muy anciana y le quedaba muy poco tiempo de vida. La anciana vivió sola por muchos años y en la miseria, en un cuartito con las cosas básicas para sobrevivir. Una persona llegó a visitarla y en medio de la conversación le preguntó acerca de la familia con la que ella trabajó. La anciana le dijo que había trabajado durante muchos años con esa familia pero al morir los dueños de la casa no le dejaron nada, solamente un pequeño cuadro. La anciana le mostró el cuadro a esta persona, y al verlo se quedó sorprendida. No lo llevaste nunca a un abogado le pregunto. La anciana le respondió: Para que si es solo un cuadro. No es un cuadro, es un testamento que te dejaron los dueños de la casa donde trabajaste, por qué no hiciste nada con él. La anciana volvió a responder: No sabía lo que era porque nunca aprendí a leer.
De la misma manera que la falta de conocimiento de las leyes o de las cosas de la vida diaria nos pueden robar muchos beneficios como le sucedió a esta anciana, diariamente muchas personas están siendo robadas o no están recibiendo los beneficios de Dios y de sus leyes porque no las conocen. Viven en miseria porque no saben que Dios es nuestro proveedor y que Jesús se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos, y no habla de ser millonarios, habla de tener lo suficiente para nosotros y para poder ayudar a otros. Viven en pecado porque no saben que Jesús murió por nuestros pecados y que Dios nos perdona en el mismo instante que le pedimos perdón y nos limpia del pecado como si nunca lo hubiéramos cometido. Y no enfrentan a la enfermedad porque piensan que Dios se las mandó, no saben que Jesús entregó su cuerpo por nuestras enfermedades y dolencias. Así como su sangre nos limpia de pecado, su cuerpo molido en la cruz se llevó nuestras enfermedades y dolencias. Entonces, ¿Por qué existen las enfermedades? Mientras estemos en esta tierra las enfermedades y muchas otras cosas malas estarán a nuestro alrededor, pero si tú le perteneces a Dios, si lo tienes en tu vida y has hecho a Jesús el Señor de tu vida, nada podrá matarnos o destruirnos. Para darnos cuenta cuan grande es el amor de Dios por su pueblo, debemos leer en éxodo cuando las plagas vinieron sobre el pueblo egipcio cuando el faraón no quería dejar libre al pueblo de Dios, ninguna plaga cayó sobre el pueblo de Dios, las plagas eran para los egipcios. Dios siempre protegió a su pueblo, incluso en la última plaga, la de los primogénitos Él le dijo a su pueblo que pintaran sus puertas con sangre para que sus primogénitos no murieran. Dios siempre hace diferencia entre su pueblo, sus hijos, y los que no lo son. La palabra de Dios dice: A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (San Juan 1:12). Si queremos ser hijos de Dios y conocer todos los beneficios que nos ha dejado en su testamento, en su Palabra, tenemos que tomar una decisión personal de recibir y creer en Jesús.
Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

domingo, 21 de noviembre de 2010

LA LIBERTAD DEL PERDON

San Marcos 11:19-26

11:19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
11:21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
11:22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 
11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
11:24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 
11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 
11:26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.


Ayer meditamos acerca de hablar palabras de vida y no de muerte, de bendición y no de maldición y dejar de decir que estamos enfermos para decir lo que Dios dice acerca de nosotros, es decir; que Dios es nuestro sanador y que por las llagas de Jesús fuimos nosotros curados. Pero que sucede si no tenemos ese problema, estamos confiando plenamente en Dios y siempre hablamos palabras de bendición sobre nuestra vida, pero las circunstancias no cambian y nuestra salud sigue empeorando. Entonces, puede ser que haya otro problema en nuestra vida que no permite que Dios pueda obrar en nuestra vida y recibamos la respuesta a nuestras oraciones por nuestra salud. Meditaremos nuevamente en este pasaje, pero esta vez nos vamos a enfocar en los versículos 25 y 26. Así es, hablaremos de EL PERDON.
Muchas veces hemos orado: Señor perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, pero realmente lo hacemos. Pensemos por un momento y seamos sinceros con nosotros mismos, ¿cuántas veces hemos perdonado realmente a la persona que nos hizo algo? o simplemente lo hemos dejado pasar y esa herida sigue en nuestro corazón o hemos dicho te perdono pero nunca me voy a olvidar de lo que me hiciste o primero muerto antes que perdonarlo. 
Porque si nos damos cuenta en este pasaje Dios no nos dice que la persona que nos hizo algo debe venir a pedirnos perdón y  debemos ser tan buenos y perdonarlo, NOOOOO, eso tenemos que hacerlo y tal vez puede ser más fácil, pero Dios va más allá y nos dice que si vamos a orar y TENEMOS algo contra alguien, debemos PERDONARLO. No dice si la persona tiene algo contra nosotros o nos hizo algo, dice si nosotros tenemos algo contra esa persona, debemos perdonarlo. Muchas veces vamos a sufrir daño por parte de otras personas, Tal vez un familiar muy cercano o un amigo que queremos mucho nos ha hecho algo que para nosotros es muy difícil perdonar y ni siquiera nos han pedido perdón. Es de esa circunstancia que Dios te está hablando, Que duro verdad, perdonar a una persona que nos hizo un daño terrible y lo peor que ni siquiera le importa. Ahí es donde Dios nos dice PERDONA, ¿Por qué Dios quiere que hagamos eso? Lo hace porque Él es un Dios personal y nos habla a cada uno lo que quiere que hagamos, sin importar lo que haga el otro. Es decir, que Dios nos dice a cada uno de nosotros: No importa lo que la otra persona haga, ustedes hagan lo correcto. Si la persona nos pide perdón o no, debemos hacer lo correcto, y Dios no lo hace porque no le importamos, todo lo contrario, lo hace porque Él sabe que si no perdonamos, si tenemos odio o rencor en nuestro corazón contra alguien es muy difícil que podamos recibir respuesta a nuestras oraciones. El Perdón nos pone en la posición correcta para recibir las bendiciones de Dios, pero la falta de perdón, el odio o el rencor nos impiden recibirlas.
Ahora, tenemos que entender que hay dos sentidos con respecto al perdón. El primero que hemos visto es que tenemos que aprender a perdonar ya sea que nos pidan perdón o no y el segundo es que tenemos que aprender a recibir el perdón de Dios cuando nosotros le hacemos algún daño a alguien o desobedecemos a Dios. En este caso, se refiere a que debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, muchas veces le pedimos perdón a Dios o a otras personas por algo que hicimos pero creemos o sentimos que Dios no nos ha perdonado o que lo que hemos hecho es tan malo que no nos perdonará o que no merecemos el perdón de Dios. Igual que en el primer caso esta situación también puede impedir que recibamos las respuestas a nuestras oraciones, porque si creemos que no nos merecemos el perdón o que Dios no nos quiere perdonar, creeremos también que no nos merecemos sanar o que Dios no nos quiere sanar por lo que hicimos. Si Dios nos pide que perdonemos para ser perdonados por Él, es porque es verdad, Él lo va a hacer y no tenemos porque dudarlo. Si aprendemos a perdonar sin esperar que nos pidan perdón, aprenderemos a pedir perdón y recibirlo. Si no perdonamos a los demás, tampoco nos perdonaremos a nosotros. Al instante que le pedimos perdón a Dios, Él nos perdona y nunca más se acuerda de lo que hicimos. Para Dios es como si nunca lo hubiéramos hecho. Este punto es muy importante si queremos perdonar o estar seguros de que fuimos perdonados: DEBEMOS OLVIDAR. No existe el perdón sin olvido. Muchas personas siguen peleando por lo mismo o sufriendo por lo mismo porque no tomaron la decisión de olvidar. Debemos perdonar de la misma manera que Dios lo hace. Dios no tiene memoria de nuestros pecados, no los pone en la bandeja de reciclaje para recuperarlos y recordarnos lo que hicimos todos los días. Dios perdona y se olvida de nuestros pecados y nunca vuelve atrás para recordarlos. Debemos aprender a perdonar a los demás y a perdonarnos a nosotros mismos para vivir en libertad. 
En ambos casos, ya sea que perdonemos por lo que nos hicieron o recibamos el perdón por lo que hicimos, lo que Dios quiere para nosotros y para las personas que nos hicieron daño, es que podamos vivir en LIBERTAD. El perdón nos libera y libera a la persona que hemos perdonado. Libera nuestro corazón de odio, amargura o resentimiento y libera de la culpa a la persona que nos hizo daño. Después de perdonar todos estamos libres para recibir las bendiciones de Dios y las respuestas a nuestras oraciones.
No es fácil perdonar, pero cuando tienes dentro de ti a alguien que te puede ayudar a hacerlo te resulta mas sencillo, y quién puede ayudarnos más, sino aquel que cuando estaba siendo crucificado dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen."
Por eso, si tu no estás seguro de tener a Jesús en tu vida necesitas tomar una decisión personal para dejar que el reine en tu vida y tome el control de ella.


Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén

sábado, 20 de noviembre de 2010

LA IMPORTANCIA DE NUESTRAS PALABRAS

San Marcos 11: 19-26

11:19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
11:21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
11:22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 
11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
11:24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 
11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 
11:26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.



En este pasaje tenemos muchas cosas que podemos aprender y las vamos a compartir día a día en este blog, pero hoy vamos a ver la importancia de nuestras palabras.
Si queremos enfrentar cualquier enfermedad, lo primero que debemos hacer es cuidar nuestras palabras; por ejemplo: Mi enfermedad, mi migraña, estas pastillas no sirven para nada, estoy fregado, no me voy a sanar, etc. son solo algunas frases que la gente suele utilizar y tú debes conocer otras más.
Jesús dijo: Si dices algo y lo crees en tu corazón realmente sin dudar, eso se hará realidad. Estoy diciéndolo a mi manera pero es lo mismo y quiere decir que si hablas lo bueno o lo malo y lo crees sin dudar, ocurrirá. Te das cuenta ahora porque mucha gente muere joven o hay tantos enfermos en el mundo o el tratamiento que están siguiendo para sanarse no funciona, porque lo están diciendo y lo creen sin dudar: CREEN QUE NO SE SANARAN Y LO DICEN SIN DUDAR.
Hay poder en nuestras palabras, la vida y la muerte están en el poder de nuestra lengua. La Palabra de Dios lo dice y nosotros debemos decidir que queremos decir, si has tomado la decisión de vivir tienes que hablar palabras de vida y no de muerte, de bendición y no de maldición, de salud y no de enfermedad. Al comienzo es difícil y yo lo entiendo. Cuando nos dicen lo que tenemos, el tratamiento que necesitamos llevar, el tiempo que va a demorar, los síntomas que tendremos, es muy difícil ser positivos y hablar palabras de vida, pero tenemos que detenernos, cerrar la boca, dejar de hablar palabras negativas y tomar la decisión de creerle a Dios y ponernos de acuerdo con Él y su palabra para hablar solamente palabras de vida y no de muerte.
Algo que debemos recordar es que decir lo que Dios dice no es mentir, sino ponerse de acuerdo con lo que Dios dice acerca de nosotros. Dios llama las cosas que no son como si fuesen y nosotros debemos ponernos de acuerdo con Él y hacer lo mismo. Muchas personas me han dicho como voy a decir que estoy sano si yo sé que estoy enfermo, pues es muy fácil; Quien dice que estamos enfermos? El médico? ok. Pero Dios dice que por las llagas de Jesucristo hemos sido curados. Nuestra decisión es a quien le vamos a creer. De acuerdo a quien le creemos más es de acuerdo a como hablaremos. Si le creemos más al médico hablaremos todo el tiempo de la enfermedad, de lo grave que es, de todas las personas que se han muerto con ella, de lo difícil del tratamiento, etc. pero si le creemos más a Dios hablaremos todo el tiempo lo que Él dice: Que es nuestro sanador, que Jesús se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz, que por su llaga fuimos curados, que Él no miente, que Él es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. Dejemos de decir que estamos enfermos y comencemos a decir que por las llagas de Jesús hemos sido curados y que Él se llevó nuestras enfermedades y dolencias en la cruz.
Debemos decidir a quién le vamos a creer y que palabras vamos a hablar, no se trata de mentir, se trata de aceptar lo que Dios dice y desechar lo que Él no dice. Por ejemplo: La enfermedad no es de Dios pero el tratamiento si es de Dios. La enfermedad quiere matarnos, el tratamiento quiere darnos vida. No debemos aceptar la enfermedad, debemos aceptar el tratamiento. Como es esto; la enfermedad es un enemigo que está atacando nuestro cuerpo y quiere destruirlo, nunca debemos aceptarla, ni tratarla como si fuera parte de nuestra vida, Debemos rechazar la enfermedad y tratarla como lo que es: UN ENEMIGO.
Pero el tratamiento quiere ayudar a nuestro cuerpo para que fortalezca sus defensas y pueda combatir a la enfermedad. Debemos recordar que ningún medicamento nos sana, sino que ayuda a nuestro sistema inmunológico para que cree las defensas necesarias y combata la enfermedad. Ningún tratamiento puede hacer nada en nuestro cuerpo sin nuestra ayuda. Así que tenemos que aceptar el tratamiento y creer que nos hará bien y hablarlo constantemente sin dudar para que se haga una realidad en nuestro cuerpo. Rechaza la enfermedad y acepta el tratamiento, muchas veces hacemos lo contrario, nos familiarizamos con la enfermedad y odiamos o detestamos el tratamiento. No hables de la enfermedad, habla del tratamiento. Habla mal de la enfermedad y habla bien del tratamiento. Por ejemplo: Esta horrible enfermedad no puede hacerme daño porque Dios es mi Padre, me ama, es mi sanador y envió a Jesús a morir en la cruz por mis enfermedades y mis dolencias. Esta enfermedad no puede matarme porque Dios está usando este buen tratamiento para fortalecer mi cuerpo. Voy a tomar estos ricos caramelos (pastillas) que son una bendición de Dios para mí.
Todo lo que creemos en nuestro corazón y lo hablamos sin dudar ocurrirá sea bueno o sea malo, pero para que todo lo que Dios dice acerca de nosotros pueda ser una realidad en nuestra vida tenemos que tener al sanador, no hay sanidad sin el sanador, nadie puede tratar de sanarse o combatir la enfermedad si no tiene al sanador. Y nadie puede tener al Padre si no tiene al hijo. Jesús es el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino es a través de Él, así que si tú no estás seguro de tener a Jesús en tu corazón, antes de pedirle cualquier cosa a Dios necesitas proclamar a Jesús como tu Señor y Salvador para que Él entre en tu corazón y seas una nueva persona llena del Espíritu de Dios y Él pueda obrar en tu vida.

Si esta es tu decisión, si quieres hacer a Jesús el Señor de tu vida, Haz está oración de todo tu corazón:
Padre nuestro que estás en los cielos, este día me acerco a ti para proclamar a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que perdones todos mis pecados y que entres en mi vida. Te abro mi corazón para que entres y hagas de mí la persona que tú quieres que sea. Amén